Había ganas de feria, de regresar a la normalidad pre-Covid, renunciar a los formatos digitales de los encuentros y volver al cara a cara. Y Fráncfort, recuerdan sus protagonistas, cumplió con creces: con un saldo de 93.000 profesionales y 87.000 espectadores privados, la Feria del Libro más grande del mundo echó el cierre a una 74 edición que logró reunir 4.000 expositores de hasta 95 países y que brindó a España la oportunidad de ser País Invitado de Honor y exhibir parte del potencial de nuestras Letras.

“Este año ha sido una verdadera maravilla porque ha supuesto el reencuentro presencial con una gran cantidad de editores de todo el mundo –comparte la editora de Seix Barral, Elena Ramírez–. Para nosotros, que nos dedicamos a contarnos historias unos a otros y a adquirir derechos para traducirlas a otras lenguas, un punto de encuentro como este tiene un valor esencial, porque el factor humano está en la esencia de nuestra profesión. Creadores, equipos creativos y lectores unidos en un foro motivado hacen más por el contagio del entusiasmo por un libro o por una tendencia que todos los zooms mantenidos durante la pandemia juntos”.
Bajo este ambiente festivo, también Roberto Domínguez Moro, agente literario de ACER –donde, desde 1959, han gestionado los derechos de autores como Lorenzo Silva, Elias Canetti, Zygmunt Bauman, Jean-Claude Carrière, Ernst Jünger, Herta Müller, Amélie Nothomb o la última premio Tusquets, Cristina Araújo, entre muchos otros–, recuerda el evento de este año como “una feria muy agradable. Se notaba en el ambiente que para la mayoría era la primera feria postCovid y que nos alegrábamos de estar allí. El ritmo ha sido el de siempre, acelerado, pero la buena disposición de todo el mundo lo ha hecho bastante más llevadero”, explica.
Con una edición más política que nunca, por los últimos acontecimientos geopolíticos, en la que Ucrania se convirtió también en protagonista inesperada, España aterrizó en Fráncfort en medio de ese exigente y caótico ritmo y cumplió con creces. Con un programa de mesas redondas, entrevistas, conferencias, conciertos y exposiciones exhibió en medio del recinto ferial todo nuestro potencial. “La feria ha estado, además, especialmente concurrida –celebra Ramírez–, porque el programa era magnífico y los eventos, organizados con precisión milimétrica por el Ministerio de Cultura, han estado llenos de público. En pocas ocasiones he visto el pabellón del país invitado tan lleno de vida”.
Una gota de cordura y belleza

Quizá porque como apuntaba Rosa Montero en una de sus columnas de El País, “somos capaces de cosas formidables”. Como por ejemplo, el programa y el pabellón con el que llegamos a la ciudad alemana. “Fue un magnífico trabajo que ofreció una imagen moderna y luminosa de nuestra sociedad, que es original, creativa y acogedora. Una gota de cordura y de belleza”, definía la escritora española.
Los halagos llegan al recinto, diseñado por Enorme Studio, Vitamin y con la dirección de arte de Two Points, de uno y otro lado. “No es fácil hacer atractivo un salón de 2.000 metros cuadrados, pero los españoles hicieron un excelente trabajo con su pabellón –escribía Paul Ingendaay en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, palabras de las que se hizo eco el periodista Sergio Vila-Sanjuan en La Vanguardia–-. Los dos escenarios, uno turquesa y el otro color cereza, son carpas altas y aireadas cuyas paredes están hechas de paneles de tela tipo gasa impresos con texto y a través de los cuales se puede hojear como un libro gigante de letra delgada”. Un libro que no era otro que la Gramática de Elio Antonio de Nebrija, de cuyo fallecimiento se conmemora este 2022 el V centenario.

Ideado por Ignacio Vleming, Julia Navarro describió como “impresionante el árbol de las cerezas como homenaje a Carmen Martín Gaite, que decía que las historias son como cerezas, tomas una y de esta saltas a otra y a otra…”. La escritora madrileña se deshacía en halagos hacia este espacio y el modo en que España ha sabido sacarle brillo. Así, tras su vuelta de la Feria, escribía en el Diario de Burgos: “Un pabellón sorprendente, moderno, imaginativo, una organización perfecta, así como la decisión de la pluralidad en la presencia de los escritores españoles. Voces distintas, voces consolidadas, voces nuevas, voces de las cuatro lenguas en las que nos entendemos en España, español, gallego, vasco y catalán. Autores novísimos que recién se han estrenado en el mundo de las letras, poetas, ensayistas, autores consolidados, vacas sagradas de la literatura española contemporánea, ilustradores, autores de fanzines, diseñadores de portadas, libreros… Todos juntos funcionando como un reloj preciso”.
Y es que, como se apuntaba en la nota de prensa que emitió la propia Feria del Libro de Fráncfort al finalizar el evento, “bajo el lema Creatividad Desbordante, España ha mostrado su diversidad lingüística y creativa”. Así, desde que comenzó el proyecto en 2019, se han publicado más de 400 libros nuevos traducidos del español al alemán. A través de su extenso programa de eventos, nuestro país demostró además “lo sólida que es la teoría que una vez formuló la autora española Martín Gaite” sobre las historias.
Y además de distinguir la presencia de “figuras mundialmente conocidas como Rosa Montero, Arturo Pérez-Reverte y Fernando Aramburu” en Fráncfort, la nota concluía que “el País Invitado de Honor también puede presumir de un resultado positivo de su paso por la Feria. Hemos honrado la gran tradición literaria de España y ofrecido un escenario a nuevas y prometedoras voces”.
De cita en cita en medio de un oasis
Pero como no todo era feria, las jornadas, además, han sido días de mucho trabajo. Como describe Elia Barceló en El Correo “en un solo día, de diez de la mañana a seis de la tarde, es normal caminar entre quince y veinte kilómetros, y los agentes y editores pueden tener hasta veinte citas al día. Con frecuencia se come por los pasillos mientras se va de una a otra”. En este escenario el pabellón adquiere además otro cometido: “para la mayoría de profesionales se reduce a ser una especie de oasis en el que pasar los pocos ratos de relajación que permiten los días de feria”, añade Domínguez Moro.

Anécdotas aparte, como la visita de los reyes que despertó bastante curiosidad entre los asistentes de otros países, en el lado profesional del evento, para el agente, “cada vez se encuentran más editoriales que pueden leer títulos en castellano o encargar informes de lectura, y eso es bastante positivo”. En concreto, puntualiza, “ha habido interés en títulos sobre todo de autoras jóvenes, algunas que ya tenían impulso de antes –Andrea Abreu, Layla Martínez, Cristina Morales– y otras que han destacado estos días –por ejemplo, se ha hablado bastante de Alana Portero–”, comparte.
Un panorama que se completa porque “hay más diversidad en los temas y en los perfiles, y en general hay la impresión de que se está recuperando en parte la imagen de España como un país del que salen voces que pueden tratar de igual a igual a las que vienen de otros países europeos, especialmente en narrativa y por supuesto en libro infantil, donde ya se exporta bastante”, asegura el agente. Mientras que, por el contrario, en no ficción, “a pesar de algún éxito como el de Irene Vallejo, sigue costando que se reconozcan nuestros libros como un valor seguro internacional”, concluye.

Tras una edición para el recuerdo, España le cede el testigo a Eslovenia y con la entrega del “guest scroll”, nuestro despliegue en Fráncfort llega a su fin, aunque los lazos que se han estrechado continuarán en el futuro. Mientras tanto, nuestro país pone rumbo a otros festivales donde seguir promocionando a sus autores y autoras: esta semana como país invitado en La Feria del Libro de Eslovenia, a finales de enero en Calcuta y en 2024 en Guadalajara.