Un recorrido por el pabellón español en Fráncfort
La gran presencia de España en la Feria del Libro de Fráncfort que tuvo lugar del 19 al 23 de octubre no solo se mide en números, aunque es inevitable. Con un pabellón de 2.000 m2 por el que desfilaron cerca de 200 autores, traductores y otros representantes del sector, y miles de visitantes, hasta el último centímetro de este espacio tiene un significado. Diseñado por Enorme + Vitamin junto al escritor Ignacio Vleming, el pabellón, inspirado en un ensayo de Carmen Martín Gaite, fue un reconocimiento y un homenaje a cada uno de los implicados en el proceso creativo del libro. Como señala la comisaria del proyecto España Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fráncfort, Elvira Marco: “Detrás de un libro, además del autor, hay muchas personas y oficios en los que la industria editorial española destaca por su calidad y capacidad”.

Fue sobre esos otros elementos sobre los que se volcó el contenido de una serie de paradas interactivas que, a modo de “recorrido por todo el camino que lleva un libro a las manos del lector” y que buscaba “reconocer esta labor”, consiguieron que estos 2.000 m2 dejaran de ser solo un número y se convirtieran en un paseo por todas las fases de elaboración de un libro.
“Trabajamos con las expertas que participaron en el catálogo, Raquel Pelta e Isabel García Adánez, las instalaciones de diseño y traducción. Y con FADIP, la propuesta dedicada a ilustración, La Ilustradora. La ONCE nos facilitó impresoras Braille y otras tecnologías que los visitantes pudieron descubrir y utilizar en el Pabellón. Con el equipo de diseño se incorporaron también pequeños homenajes a figuras que este año celebran algún centenario: la gramática de Nebrija, la poesía de José Hierro o las cantigas de Alfonso X el Sabio”, resume la comisaria, para quien “evidentemente hay más pasos en la publicación de un libro, pero este recorrido fue una buena visión del proceso creativo».
Traducir ‘lo intraducible’

Destacar la presencia y repercusión que tuvo en el pabellón la parada de La traductora, que exploraba de manera lúdica “lo intraducible” del lenguaje. Elaborado por la traductora Isabel García Adánez, con la colaboración del Departamento de Filología Alemana y Eslava de la Universidad Complutense de Madrid, este juego “trata, sobre todo, de acceder por una vía divertida a la reflexión sobre qué es la lengua, cómo está vinculada al pensamiento y a la cultura, qué importancia tiene la traducción bien hecha y, sobre todo, conocer bien al otro, no sólo sus estructuras gramaticales, sino las mentales y culturales”, cuenta la propia García Adánez.
Orientada a cualquier tipo de público, “sin necesidad de ser traductor profesional, todo el que haya aprendido otro idioma o, sobre todo, dado clase de lengua extranjera, se ha topado con esos desajustes y faltas de equivalencia que necesita explicar o que, en el mejor de los casos, incorpora a su manera de hablar –aclara la responsable del contenido de esta instalación–. El que algo no se pueda traducir literalmente tiene muchos motivos, que pueden estar relacionados con la propia composición de las palabras y se da en todos los niveles dialectales, no hace falta irse al alemán filosófico o al español del Siglo de Oro”, matiza.
Para ello, la instalación partía de su lista particular de vocablos imposibles de trasladar a otro idioma, para continuar en una segunda fase con “una selección basada en los distintos motivos de ‘desajuste’ o de peligro de quedar ‘lost in translation’ para que el juego fuera divertido y, sobre todo, ofreciera toda la variedad de matices que tienen las lenguas”.
“Justo se trataba de reunir aquellos ejemplos que volverían loca a una máquina o a quien pretendiese encontrar las soluciones en un traductor digital”, incide antes de explicar que “prácticamente nada se puede traducir literalmente y prácticamente todo se puede trasladar a la otra lengua, de una manera o de otra, solo que no es tan fácil como un lenguaje matemático o informático, donde cada elemento tiene una correspondencia idéntica”. En este sentido, remarca, “quizá el ejemplo más transparente es: hacer tiempo, que no plantea ningún problema estructural, pero en alemán o en inglés nadie entiende: ¿Qué es lo que hacemos los españoles… y, sobre todo, por qué? ¿Dónde está el problema en llegar antes de la hora convenida? La percepción del tiempo es uno de los principales focos de diferencias culturales, y la lengua lo refleja”.
Diseñadores por un día

Otro aspecto esencial en la producción del libro lo presentaba la intervención La diseñadora, donde los espectadores tenían la oportunidad de conocer una muestra del mejor diseño editorial español de los últimos años. “La idea surgió de los miembros del equipo de organización que consideraron que era importante incluir al diseño en el pabellón de España –cuenta Raquel Pelta Resano–. Elvira Marco me había encargado un artículo sobre diseño español de libros y se puso también en contacto conmigo para que seleccionara aquellas piezas que fueran más representativas de lo que, en los últimos años, se ha diseñado aquí”.
“Al tratarse de una instalación en la que los visitantes verían los trabajos en tablets”, la selección, cuenta, “se centró en la calidad de las piezas, valorando la excelencia en el uso de la tipografía, el color, la ilustración y la fotografía, pero, también, la buena elección del papel y el cuidado en la encuadernación. Se tuvo en cuenta, además, que se hubieran reseñado en los medios de comunicación especializados y que hubieran recibido premios nacionales y/o internacionales”.
Así, con la intención de “ofrecer una experiencia estética y didáctica, así como una toma de contacto con una muestra pequeña pero significativa de la edición y del diseño de los libros hechos en España”, uno de los puntos fuertes de esta selección fue, además, su eclecticismo. En este sentido, como señala Pelta Resano, “estaban representados varios perfiles de diseñadores, desde los muy reconocidos, que llevan décadas en el oficio, hasta los noveles, que prácticamente se acaban de incorporar. Aunque puedan ser diferentes a la hora de abordar los proyectos, todos comparten su pasión por el mundo editorial”.
Pelta Resano, que ha destinado horas de búsquedas en internet y de revisión de páginas web, catálogos de exposiciones y revistas impresas y en línea para esta selección, destaca además que “los trabajos que se vieron en la instalación son una buena muestra del amplio abanico de corrientes y estilos que, hoy en día, encontramos en el diseño de libros” y que “permiten apreciar diversas maneras de resolver, por ejemplo, una cubierta o de tratar la composición del texto en las páginas interiores”.
Representantes no nos faltan. Y es que, como puntualiza la experta, “si aplicamos una mirada histórica, el diseño editorial español ha ido ganando en excelencia, tanto en las grandes editoriales de grupos empresariales como en las pequeñas, fruto de proyectos independientes. Es un ámbito que tiene una larga tradición y que ha alcanzado un alto nivel de calidad, como demuestra el hecho de que nuestros diseñadores reciban premios en prestigiosas competiciones internacionales”.
Lluvia de premios nacionales
También la ilustración y el cómic estuvieron presentes gracias a La ilustradora, que junto con la exposición del pabellón 4.0 en la zona The Arts + sacó nuestras mejores piezas a relucir. “Es la parte del pabellón que narra de manera visual, es el engranaje que da color, forma, textura y lenguaje gráfico al libro”, explica Elisabeth Pérez Fernández, ilustradora que junto a la Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales (FADIP) consiguió reunir a 29 de los 30 premios nacionales de ilustración y cómic galardonados desde 2008 hasta el momento en la Feria.
Para esta intervención “Enorme Studio preparó una instalación que permitió que las imágenes se repartieran sobre grandes pliegos de papel colgantes. Una manera de recorrer las distintas obras en un soporte distinto, que envolvía a los visitantes que caminaban por allí o simplemente se sentaban cerca para descansar y poder leer todas estas historias visuales”, describe Pérez Fernández. Para ello, continúa, “pedimos a cada autor que las dos imágenes que aportasen fuesen parte de una secuencia narrativa, que contasen una historia”, con la idea de que “quien se acercara a La ilustradora pudiera leer un montón de historias de la mano de los mejores ilustradores de nuestro país, pero esta vez las leerían sin palabras, emocionándose con cada secuencia, con los colores, con los personajes, las atmósferas, el lenguaje y la narración visual”.

Combinada junto a la exposición paralela, ILUSTRACIÓN: Una literatura visual, que a finales de marzo viajará a la ciudad de Darmstadt para convivir con otras obras de ilustradores en el espacio de CentralStation, en ella, amplía Pérez Fernández, además de más obras de los premios nacionales se cuenta con la presencia de 31 piezas seleccionados a través de una convocatoria abierta. “Ambas muestras sirven para representarnos, dignifican nuestra profesión, y son una muestra de la calidad de nuestros compañeros, esperemos que fomenten encuentros y futuros proyectos”. Ambas exposiciones se complementaron con la conferencia de Pablo Amargo (Premio Nacional de ilustración 2004), Malota, Dani Maiz y Alberto Guitián el día 21 de octubre en el stand de la Federación de Gremios de Editores de España. Y es que, como recuerda, “la ilustración española está triunfando en certámenes y premios internacionales, como recientemente le ha ocurrido con Elena Odriozola en la Bienal de Bratislava, o las selecciones de Bologna, Iberoamérica Ilustra, o en Portugal Ilustrarte cuya última edición tuvo a Javier Zabala como ilustrador invitado”, recuerda.
Lectura para los que no pueden ver
Además de otras intervenciones como La editora, que reinía biografías y memorias de editores y agentes literarios de España que en conjunto reflejan una historia del mundo de la edición de al menos los últimos cincuenta años en nuestro país, “el Pabellón mostró, en colaboración con la ONCE, cómo leen las personas con discapacidad visual y la importancia que tiene la lectura para acompañarlos”, añade Marco.

“Las personas ciegas o con discapacidad visual grave deben poder conseguir su autonomía personal y la plena inclusión social en cualquiera de sus facetas, siendo el acceso a la información y, por ende, al conocimiento, una de las principales herramientas para lograrlo”, interviene la directora del Servicio Bibliográfico de la ONCE (SBO), Carmen Bayarri. Este servicio, señala, “tiene entre sus principales misiones la adaptación de todo tipo de textos a braille, sonido o relieve para cubrir las necesidades de las personas ciegas, priorizando aquellas que están destinadas a una adecuada inclusión educativa o laboral, pero sin olvidar el acceso general a la cultura y el ocio”.
En este sentido, continúa, las últimas novedades tecnológicas han permitido “adaptar los textos de la forma más rápida posible, con la máxima calidad y adecuándola a las características y necesidades de cada persona o grupo de personas, con especial incidencia en el multiformato (tinta + braille) para favorecer la inclusión en la escuela, la vida diaria o la práctica de la lectura también innovamos con proyectos como libros en braille de pequeño formato, réplicas en 3D u obras pictóricas táctiles”.
En concreto, en la Feria de Fráncfort el Servicio Bibliográfico de la ONCE presentó “lo más novedoso y significativo: la impresora braille, el horno para creación de relieve, los cuentos infantiles inclusivos y los mapas para tocar y aprender”, además de dos talleres, que se impartieron en el último día del evento, sobre “aprendizaje y conocimiento del braille y experiencias táctiles para entender la importancia de la accesibilidad”, comenta Bayarri. Además, durante la gran fiesta de su literatura en Fráncfort, el Pabellón “propuso infinidad de contenidos y actividades donde los visitantes pudieron participar y conocer más acerca de nuestra literatura, los autores y la industria del libro”, apunta su comisaria. “Con ello quisimos despertar su curiosidad y animarlos a hacer un viaje por los libros españoles y nuestra Creatividad Desbordante. En la feria siempre hay varios tipos de visitantes –profesionales, editores, agentes, traductores, académicos o público general– y trabajamos pensando en todos ellos para que pudieran descubrir y conocer más sobre la literatura española, ofreciéndoles contenidos atractivos”, concluye Marco. Misión cumplida.