Decía Joseph Conrad que los escritores solo escriben la mitad de un libro. De la otra mitad, señalaba, debe ocuparse el lector. Ellos son el último eslabón y el más importante de la cadena del libro. También su razón de ser. Pero lejos de lo que pueda parecer, leer no es solo una actividad solitaria, aunque pocos placeres se asemejan a esa intimidad que se crea entre un libro y su lector, es también una actividad que construye comunidad. Sabido es, por ejemplo, que autores clásicos como Azorín, Pío Baroja o Benito Pérez Galdós frecuentaban tertulias literarias. Allí se intercambiaban impresiones e ideas mientras fluía la creatividad. Convertidas en clubes de lectura, su forma más tradicional, o en blogs, sus posibilidades hoy se han vuelto infinitas con las redes sociales -Instagram, YouTube o incluso TikTok-, donde los libros siguen presentado fórmulas con éxito capaz de reunir a personas muy dispares para compartir su pasión por la literatura.
Un club tradicional de lectura con fórmula de éxito
En Cervantes y Cía, por ejemplo, se llevan celebrando estas reuniones desde 2015. El club nació en septiembre de 2013, recuerda Juan J. Gómez, por un grupo de amigos que se habían conocido en un máster de escritura universitaria. Bajo el nombre de “Antonio López ‘Tola’”, en recuerdo de uno de los miembros fundadores que murió de cáncer en 2016, este club que cuenta con un máximo de 20 miembros tiene incluso lista de espera, aunque no siempre fue así. “Siempre dije que el día que solo fuésemos dos se acababa el club. Por suerte nunca bajamos de tres. Hoy día solemos juntarnos en torno a 14. Fallan, de media, unas seis personas, pero cada vez menos, porque el que falta pierde tokens y eso penaliza en el ranking”.
Periodista y director de comunicación y contenidos en la Fundación Cotec, Gómez es uno de los responsables de esta iniciativa que acabó por superar las 100 reuniones, once por año. La mecánica es sencilla. “Las lecturas –explica– las eligen los propios miembros, los diez mejor clasificados en un particular ranking de fidelidad que premia la veteranía y la asistencia en el curso anterior. A cambio de poder elegir, cada miembro prepara una presentación. El tocho de verano lo elegimos entre todos por votación, pero cada voto pesa más o menos también en función del ranking”.
En cuanto al tipo de libros que se suele leer, señala, “intentamos que el club sirva sobre todo para descubrir lecturas a las que de otro modo hubiera sido raro que llegásemos, pero sobre todo leemos novelas contemporáneas, en su mayoría, extranjeras, y aunque intentamos corregir también eso, siguen teniendo más peso en el programa los autores que las autoras”, admite.

Lo en las Nubes y Josu Diamond, una iniciativa espontánea
Al otro lado de la pantalla, Lorena Bembibre es la persona que firma bajo el nombre de Lo en las nubes. Con más de 35.000 seguidores en Instagram y un blog de éxito, cuenta que lo suyo no fue algo muy meditado. “Yo empecé compartiendo fotos de mi día a día hace 10 años. En ese momento estaba empezando, éramos pocos y había un gran sentido de comunidad, un trato muy cercano. Los libros siempre han formado parte de mi vida así que fue algo espontáneo que también se trasladasen a mis redes sociales”, comparte.
Madre de dos hijos, médico y lectora compulsiva, la gallega reconoce que en el plano personal hay varias lecturas que le han marcado en los diferentes momentos de su vida. “Los Hollister y Puck fueron las primeras lecturas que me crearon la necesidad de tener siempre un libro en las manos. El nombre de la rosa fue la primera novela de mi época más adulta, me hizo ver el universo que podía crearse con un libro. Vida y destino es también un libro muy especial para mí, por el momento en el que lo leí, por las amigas con las que compartí su lectura y porque creo que engloba en sus mil páginas todo lo que puede ser un ser humano”.
Activa en su blog desde 2013, donde no ha dejado de escribir desde entonces, Bembibre define la lectura como un acto de “evasión, conocimiento, reflexión y apertura de mente” y advierte a quienes no comparten este hermoso hábito que “se están perdiendo un mundo entero. Se me hace difícil comprender que haya alguien que renuncie a este placer –añade- pero supongo que tiene que haber de todo”.

Quien no renuncia a esta búsqueda del tesoro que es la lectura es Josu Diamond. Este joven de 26 años con orígenes vascos criado en un pueblo de Toledo, cuenta que con 14 años se puso delante de una cámara por primera vez. “Quería compartir mis lecturas con personas que leyeran lo mismo que yo… ¡y al mismo ritmo! –señala el creador de contenidos- Compartía algunos libros con mis amigas del instituto, pero en el tiempo que leían Crepúsculo yo había terminado la saga completa. Necesitaba compartir ese fanatismo en algún lado. Di a parar con 13 años con la comunidad española conocida entonces como blogosfera lectora, y en junio del 2010 creé mi propio blog y comencé a escribir reseñas y subir vídeos a YouTube al mismo tiempo. El resto es historia”.
Desde entonces no ha parado. Booktuber y autor de varios libros hoy, tiene casi 100.000 seguidores en Instagram y 250.000 en YouTube. Más centrado en la escritura en su último año y medio, reconoce que “no puedes trabajar las veinticuatro horas del día en libros, libros, libros”, aunque inevitablemente, lo sigue haciendo y defiende las redes sociales como “plataformas democratizadas”, especialmente TikTok, “la líder de todas ellas”.
“Sin embargo –matiza-, no son tanto las plataformas sino el contenido que se pueda crear en ellas. Por eso considero que es fundamental trabajar con ellas y no contra ellas. La comunidad lectora en TikTok, por ejemplo, es la más grande que ha habido en la historia. De ahí han nacido fenómenos que han vendido millones de copias. Sí, por hacer vídeos de pocos segundos hablando de determinados libros. Es una locura. La tecnología no es un enemigo a vencer, es el aliado al que unirse”.

El ciclo interminable de los libros
Tanto a Gómez, como a Bembibre y Diamond, les une su pasión por la literatura. Curiosamente, la primera palabra que les viene a la cabeza a los tres para definir este gusto por la lectura es “evasión”. Pero también entretenimiento. “Me encanta coger un libro y que el tiempo pase sin darme cuenta, que me atrape –dice Diamond-. Entre mis referentes destacaría a Cassandra Clare, cuyos libros llevan acompañándome ya una década”.
Pero también, como añade Gómez, significa “placer, enriquecimiento, cultura”. “No me gusta idealizar –matiza-. Raro es el año que te deja más de una o dos lecturas que recordarás toda la vida. Cada vez es más difícil la sorpresa, por eso cuando se da me emociono mucho, leo más despacio, releo las mejores páginas, subrayo -siempre a lápiz- y doy la tabarra a todo el mundo para compartirlo. El último autor con el que me ha pasado es Romain Gary, que no es precisamente una novedad”.
Los libros son interminables. Nunca se agotan. Ellos son la prueba más evidente de que al cerrarlos se abre un mundo entero de posibilidades. La evolución del libro solo termina por volver a empezar.